Juan B. y el viñedo institucional de La Rioja


Fotos: Sole

Contido publicado orixinalmente en El Rioja de blog en blog

Miren a este hombre: Juan Bautista Chávarri, conocido por los amigos como Juan B. No sé si lo apreciais en la fotografía, pero seguro que si tuviéseis la fortuna de conocerlo os daríais cuenta al momento de lo buena persona que parece. Alguien con quien te sientes cómodo desde el primer momento.

Juan B. -espero que me permita llamarlo así- es el responsable de la Bodega Institucional de La Rioja, conocida como La Grajera, una buena cantidad de hectáreas verdes ubicadas al lado del mayor parque de Logroño, en las afueras inmediatas de la capital. Si, han oído bien: la bodega institucional, una bodega pública. En todas las comunidades autónomas hay laboratorios y estaciones de investigación enológica mantenidas por las Consejerías de Medio Rural, pero La Grajera es distinto. No sólo investigan variedades, cepas y compuestos: también hacen el vino público del Gobierno. Una hábil maniobra de la comunidad autónoma, en los años de su constitución, para eludir tener que elegir entre las diferentes bodegas. El caso es que el vino que se sirve en los actos oficiales y en los regalos institucionales es, por lo tanto, el de La Grajera. Un vino de todos los riojanos, de producción pública, y que no se vende en tienda.

Pero esta no fue una visita institucional más. He estado, a estas alturas, en cientos de catas de vino. Las he tenido divertidas, tediosas, insoportables, entretenidas. Pero nunca habían sido emocionantes. Emocionantes hasta la médula, tanto para el director de la cata como para los afortunados que pudimos participar.

Juan B. nos abrió las puertas de un cofre de tesoros y empezó a sacar lo que allí tenía. Allí pudimos oportunidad de probar por primera vez un tempranillo blanco. Si, digo bien. Hace una década -más o menos-, una cepa de un viñedo de La Rioja comenzó a dar uvas blancas. Pensaban que había sido un injerto, pero tras las comprobaciones pertinentes, resultó ser lo contrario. La tempranillo había mutado, y tras unas serie de pruebas, comprobaron que el clon se había estabilizado. ¡Había nacido una nueva variedad de vino!

Con un enorme orgullo, Juan B. saca el zumo de uva del depósito y nos ofrece el caldo de esa nueva variedad que la naturaleza nos ha ofrecido y que aún no ha creado ningún vino comercial. Lo tomamos con ansiedad. Y ahí está. Un diamante en bruto. Una explosión olfativa -superior a la de las variedades tradicionales de la zona, como la viura y malvasía-, con ciertas notas balsámicas, que abren la nariz, y una acidez mucho más elevada de lo que esperaría en el lugar. No siempre se prueba un vino nuevo. Pero la cosa no acaba ahí. Tras la ‘roblitis’ de las últimas décadas, Juan B. está recuperando el método de envejecimiento tradicional de La Rioja, que era en toneles de madera de acacia. Catamos ese tempranillo blanco y también otro de viura envejecidos en maderas de roble y de acacia. No hay color: la acacia es mucho menos agresiva con el varietal; le aporta cuerpo sin devorar sus notas más frutales. Segunda sorpresa del día.

Nos comportamos como niños, todo nos sorprende, todo nos fascina. Juan B. también no cree lo que está viendo: está habituado a visitas superprofesionales de ceños circunspectos o de narices devueltadetodo, pero nosotros somos unos entusiastas del gusto. Vamos de un depósito a otro, de un barril a otro, con el entusiasmo de unos críos en Toys’r’us. Cuando el sol comienza a ponerse, la organización nos lleva al viñedo, a una carpa montada para la ocasión. Probamos el sabroso y resultón crianza y reserva de los actos institucionales. Y algo más, que el enólogo no ha probado desde hace muchos años. Su primer vino en La Grajera, del año 82. El sol se pone. Ese año, nos cuenta Juan, empezó a trabajar allí, y ese año también se casó.

-Entonces, es el vino de un enamorado -dice David de Jorge.

Y él no dice que no, y se queda callado. Abrimos el vino y lo probamos. Y será todo el día que ha pasado, y será el sol poniéndose entre las cepas, y serán los descubrimientos de la caja de tesoros de Juan B., y será todo lo que quieran. Pero cuando cato ese Rioja del 82, lleno de años pero amable y goloso, sabio y sencillo, un vino complejo pero sin vueltas ni retorcimientos, abierto desde el primer momento y fiel durante toda su vida, creo ver en mi copa, de forma transparente, la íntima relación que se establece entre el vino y su autor, porque creo que los vinos con sentimiento se acaban pareciendo a sus viticultores. Y me tengo que ir al viñedo a darme una vuelta para que no se me note. Nunca tal cosa me había pasado. Miro de hurtadillas a Juan B. Y en sus ojos creo que, desde otro punto de vista, algo de lo mismo está sintiendo.

13 Comments

  1. 21 / Setembro/ 2009

    Yo que no entiendo de vinos.
    Pero este verano decidí ir a la Rioja Alavesa.
    Disfruté de lo que sabía, comer, el vino quedó relegado a un segundo lugar.
    Sería un lujazo aprender con todos vosotros el arte del vino.
    Tengo mucho por leer y aprender con vuestras crónicas.
    Cada uno de vosotros escribirá desde el sentido que le ha tocado vivir.
    Chapó por ese disfrute vuestro y con el que nos vais hacer disfrutar
    a todos los lectores con vuestros comentarios y aventuras por la Rioja.
    Un abrazo.
    Margot

  2. 21 / Setembro/ 2009

    Excelente entrada, como la anterior, muy emocionante (no sé nada de vinos).

  3. MJ Méijome
    21 / Setembro/ 2009

    Ganas de viño me entraron. Un dez señor Gago.

  4. 21 / Setembro/ 2009

    Grazas, gracias!

    Conocer a Juan B. fue una suerte enorme. Yo no me esperaba a alguien así, tan devoto de su trabajo y del servicio público. El trabajo de Juan B., anónimo, ayuda a mejorar los vinos de la Rioja y a explorar nuevos caminos (o a recuperar los buenos que se olvidaron con el despegue económico del sector en los 80). Justo es que se le reconozca.

  5. 21 / Setembro/ 2009

    Cagho no mundo, que dicía o filósofo… ¡que envexa!

  6. joseluis
    21 / Setembro/ 2009

    Muy buena la entrada y lo del tempranillo blanco me ha dejado asombrado.

  7. 21 / Setembro/ 2009

    Os bodegueiros son sempre xentes de moito mundo. Eu que tiven a ben compartir nalgunha ocasión con Mariano Garcia, Fernando Remirez de Ganuza, Felix Callejo entre outros, quedei abraiado coa súa cultura e paixón polos viños.
    Grazas, como sempre, por compartir.

  8. 21 / Setembro/ 2009

    Apasionante visita y magnífico resumen, Manuel!
    Por cierto, dile a tu santa, que a ver si me puede mandar algunas de las fotos de las Grajera, que quisiera también publicar una nota sobre esa visita y andábamos tan ocupados que apenas tiré fotos!
    Un abrazo,
    Joan

  9. 21 / Setembro/ 2009

    Ya están enviadas!

  10. marinaalfin
    22 / Setembro/ 2009

    Qué bonito que en un vino pueda quedar guardado un sentimiento y muchas emociones. Y ya el colmo de las hermosuras: que puedas tramitirlos!!!!. Me encanta como lo narras.

  11. 22 / Setembro/ 2009

    O da volta ó viñedo …. para que non se note… o di todo, e máis.

  12. 22 / Setembro/ 2009

    Exactamente. E teño que dicir que nunca tal me pasara.

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